50 Principios

1.- No hay grados de dificultad en los milagros. No hay ninguno que sea más “difícil” o más “grande” que otro. Todos son iguales. Todas las expresiones de amor son máximas.
La ilusión es siempre ilusión, más allá de la forma que adopte, y por ende se des-hace siempre de la misma manera, mediante un milagro.
Para el milagro, la ilusión es ilusión y la verdad es verdad. No hay ilusiones más ilusorias que otras. Ni verdades más verdaderas.
No existe grado de dificultad en absoluto, ya que todos los problemas son el mismo problema. La idea de percibirnos separados de Dios. El mundo que vemos, es producto de nuestra percepción de ello.
Por lo tanto, si nos percibimos culpables, percibimos un mundo que da testimonio de dicha culpabilidad. Mientras que veremos un mundo diametralmente opuesto, si nuestra percepción acerca de nosotros, es de inocencia.
El corregir la percepción a través del Espíritu Santo, mediante la aplicación del auténtico perdón, nos permite percibir correctamente a todas y cada una de las situaciones donde hemos juzgado, como parte de una maravillosa experiencia de aprendizaje y crecimiento, pasando así de un mundo de culpabilidad, juicio y miedo, a uno de inocencia, paz y amor. Este es el verdadero milagro.
2.- Los Milagros – de por sí – no importan. Lo único que importa es su Origen, El Cual está más allá de toda posible evaluación.
El milagro no importa ya que es una corrección, una ilusión para un mundo de ilusiones, pues sólo en la ilusión o sueño, podemos pensar que hay algo en lo eterno que corregir.
Lo importante, el Origen del milagro, habla de la Presencia divina en nuestra mente, de la presencia de Dios a través del Espíritu Santo. El Origen del milagro siempre es Dios, el Espíritu Santo, Cristo, es lo único relevante en todo el proceso.
3.- Los milagros ocurren naturalmente como expresiones de amor. El verdadero milagro es el amor que los inspira, ósea Dios. En este sentido todo lo que procede del amor es un milagro.
4.- Todos los milagros significan vida, y Dios es el Dador de la vida. Su Voz te guiará muy concretamente, se te dirá todo lo que necesitas saber.
Cuando se habla de vida, se habla de un concepto muy diferente al que conocemos de vida aquí en la tierra, en el mundo de las formas, de tiempo y espacio, el mundo del cuerpo.
La voz del Espíritu Santo nos guiará, es decir, nos dirá todo lo que necesitamos saber para conducirnos de regreso al hogar, a la paz, si a través de nuestro “mínimo de buena voluntad”, aceptamos su conducción.
5.- Los milagros son hábitos, y deben ser involuntarios. No deben controlarse conscientemente. Los milagros seleccionados conscientemente pueden proceder de un falso asesoramiento.
El milagro es aplicable a toda situación, imparcialmente. Es decir hemos de entregar al Espíritu Santo y pedir ver “esto” de otra manera, cuando haya situaciones que muevan de alguna forma nuestra paz interior. Ser realmente humildes y pedir Su intervención para propiciar un cambio de percepción en la mente, no en la forma, que nos permita ver las cosas de otra manera, sin “reservarnos” nada, creyendo que podremos manejarlo a nuestro modo, a nuestro antojo.
Cuando el perdón, el “manejo” de toda situación se lo entrego (mínimo de buena voluntad) al Espíritu Santo, éste me guiará dulcemente a un estado de paz mental sin igual “acomodando” incluso, hasta el más mínimo detalle. Si por el contrario, en ocasiones pido ayuda, pero en otras, deseo hacer las cosas por mi cuenta, seguro seré presa de un mal asesoramiento por parte del ego.
6.- Los milagros son naturales. Cuando no ocurren, es que algo anda mal.
El milagro ha de ser nuestro estado natural. Provenimos del amor, por lo tanto, el amor, la dicha, la paz, la armonía, la felicidad son nuestro estado natural. Si no vivo en dicha plena y absoluta, no estoy en mi estado natural. Algún obstáculo (juicio) hemos interpuesto entre la paz y nosotros, que nos está impidiendo percibir correctamente.
7.- Todo el mundo tiene derecho a los milagros, pero antes es necesario una purificación.
El milagro no es selectivo, aplica a todos las partes de la Filiación, a todas las personas por igual, aplica a todos los Hijos de Dios imparcialmente. Todos estamos unidos por una misma mente a la que llamamos Mente Uno o Filiación.
La purificación, alude a “desechar” todos aquellos pensamientos de distorsión acerca de quiénes somos.
“Vende todo, regálalo a los pobres y sígueme”. No habla de lo material, sino de los pensamientos que requieren purificación. “Vende todo” es: replantéate, suelta y abandona todo concepto aprendido en el pasado y sígueme con mente abierta, receptiva.
8.- Los milagros curan porque suplen una falta; los obran aquellos que temporalmente tienen más para aquellos que temporalmente tienen menos.
Los milagros suplen una falta. Los milagros remplazan la idea de escasez en la mente que cree que le falta algo, y la sustituyen por la idea de plenitud, de abundancia.
Los obra una mente que está en paz, desde un estado mental de plenitud, para aquellos que aún creen no poseerla.
9.- Los milagros son una especie de intercambio. Como toda expresión de amor que en el autentico sentido de la palabra es siempre milagrosa, dicho intercambio invierte las leyes físicas. Brindan más amor tanto al que da como al que recibe.
El mundo de lo físico, de la forma, el mundo del ego, nos ha enseñado que al dar algo, dividimos su propiedad y nos quedamos con “menos”.
El milagro invierte esas leyes físicas, mostrándonos que al dar, no perdemos, sino que por el contrario, multiplicamos aquello que poseemos. Si todo es una idea, un pensamiento, al compartirlo y ser adoptado por otro, esta idea se afianza en quien la adopta y se reafirma en nosotros.
Por otra parte, si siempre es a nosotros mismos a quien damos, cuanto más damos, más recibiremos.
10.- Cuando se obran milagros en vista de hacer de ellos un espectáculo para atraer creyentes, es que no se ha comprendido su propósito.
La Filiación, todos los Hijos de Dios, sin excepción, contamos con el mismo poder creativo en la mente.
Cuando se obran milagros para mostrar que se cuenta con algo con lo que no todos contamos, se confunde el milagro del que habla el Curso, con la magia.
Si se quiere hacer ver que contamos con algún atributo “especial” con el que no todos cuentan, con algún “don” que me fue otorgado por ser “diferente” del resto, y que dicho “poder” es exclusivo de “algunos” que lo utilizan para lograr cambios en otros, se está hablando de magia y no de milagros.
Dios el Padre, creó a su Hijo perfecto, pleno, sin excepciones, a todos indistinta e imparcialmente, a Su Imagen y Semejanza, con el mismo poder en nuestra mente, unida eternamente a la de Él a través del Espíritu Santo.
El que algunos contaran con ciertos atributos y otros carecieran de ellos, hablaría de niveles en la Creación, de mejores y peores, de más aptos y menos aptos. Esto nada tiene que ver con el Dios del Amor, el Dios de Un Curso de Milagros.
11.- La oración es el vehículo de los milagros. Es el medio de comunicación entre el lo creado y el Creador. Por medio de la oración se recibe amor y por medio de los milagros se expresa amor.
La única oración válida es la del Perdón, dice el Curso.
El perdón es sinónimo de bendición, de aceptación, de no juicio, de entregar, de fluir, de soltar, de agradecer. Al bendecir cuanta situación parece sucedernos, sin excepción, entramos en la frecuencia de que todo es perfecto, ello propicia una comunicación perfecta con todo y con todos. Esto es expresar amor. Un estado de absoluta aceptación, de no resistencia a nada de lo ocurre. No hay juicios, no hay comparaciones, no hay compulsión porque nada sea diferente de como simplemente es.
Entonces, sencillamente hay comunicación. Así, se produce el verdadero milagro.
12.- Los milagros son pensamientos. Los pensamientos pueden representar el nivel inferior o corporal de experiencia, o el nivel superior o espiritual de experiencia. Uno de ellos da lugar a lo físico, el otro crea lo espiritual.
Los milagros son pensamientos ya que son cambios en el nivel de la mente, corrección en la percepción, en la forma de pensar acerca de nosotros. A través de pensamientos inferiores, a través de la percepción hemos fabricado el mundo físico, el mundo de la forma, de la materia y el cuerpo. A través de pensamientos de nivel superior, mantenemos la conexión con nuestra mente superior, la Mente Recta, la morada del Espíritu Santo.
13.- Los milagros son a la vez comienzos y finales, y así, alteran el orden temporal. Son siempre afirmaciones de renacimiento, que parecen retroceder, pero que en realidad van hacia delante. Cancelan el pasado en el presente, y así liberan el futuro.
Al producirse en mi mente la corrección de percepción guiada por el Espíritu Santo, éste que conoce sólo de eternidad, trabaja en el presente, corrigiendo el pasado y proyectando el futuro libre de culpa.
Cuando “sanamos” una situación y la trascendemos, esa situación que estamos sanando en el ahora, cierra todas las puertas abiertas de ese orden (apego, desconfianza, falta de fe, inseguridad, carencia, miedo) que quedaron abiertas en situaciones vividas en nuestro pasado, y al sanar verdaderamente, no se presentará más en el futuro. “Una vez que la lección se aprendió, el maestro desaparece”. Hemos trascendido esa asignatura o nivel de aprendizaje, a través del milagro. Nuestra mente literalmente ha renacido con respecto a ese tema sanado.
14.- Los milagros dan fe de la verdad. Son convincentes porque proceden de la convicción. Sin convicción degeneran en magia, que es insensata, y por lo tanto, destructiva; o más bien, el uso no creativo de la mente.
Este principio nos habla de la verdadera fe, la confianza de que el cambio de percepción se producirá en nosotros. Nos habla de la convicción de que al entregar al Espíritu Santo todo problema aparente, toda situación, ésta se resolverá a favor de nuestra paz mental.
El uso no creativo de la mente, la magia, aparece cuando lejos de entregar el problema al Espíritu Santo, lo deseamos resolver nosotros por nuestra cuenta “a nuestro modo”.
15.- Todos los días deberían consagrarse a los milagros. El propósito del tiempo es que aprendas a usarlo en forma constructiva. El tiempo es, por lo tanto, un recurso de enseñanza y un medio para alcanzar un fin. El tiempo cesará cuando ya no sea útil para facilitar el aprendizaje.
Hemos de usar el tiempo como un medio al servicio del Gran Plan del retorno de la paz a nuestra mente.
El tiempo como cualquier otro recurso de enseñanza, de no usarse, se desperdicia y se pierde. La única finalidad del tiempo, es la de ayudarnos a regresar a casa. Entonces cada situación en la que parecemos encontrarnos, ha de ser usada a “nuestro favor” para perdonar, para dar un paso más en el despertar de la mente. Si no, literalmente está siendo desperdiciada, o usada para demorar el regreso.
16.- Los milagros son recursos de enseñanza para demostrar que dar es tan bienaventurado como recibir. Aumentan la fortaleza del que da y simultáneamente le dan fortaleza al que recibe.
Como nos señala Jesús en Un Curso de Milagros, “dar y recibir son parte de una misma cosa”. Cuando doy, es a mi mismo a quien doy, considerando que todos somos parte de la Mente Uno, la Mente del Hijo de Dios. Por lo tanto, recibiré exactamente aquello que ofrezca al mundo y a mis hermanos.
17.- Los milagros trascienden el cuerpo. Son cambios súbitos al dominio de lo invisible, más allá del nivel corporal. Por eso es por lo que curan.
Los milagros, trascienden el cuerpo ya que se producen en un nivel que está más allá del cuerpo, se producen en nivel de la mente, donde realmente se requiere el cambio, a nivel del pensamiento.
Curan realmente ya que trabajan sobre la causa del “problema“, no sobre el efecto.
Al corregir la percepción acerca de quiénes somos, a nivel de la mente, el cuerpo, una herramienta que en esencia es “neutra” se pone al servicio del Espíritu Santo y da testimonio de la corrección de pensamiento a través de su salud y fortaleza.
18.- El milagro es un servicio. Es el máximo servicio que le puedes prestar a otro. Es una manea de amar al prójimo como a ti mismo, en la que reconoces simultáneamente tu propia valía y la de él.
Al corregir la percepción sobre nosotros, corregimos la percepción sobre los demás, reconociendo nuestro valor, y el valor de cada parte de la Filiación.
Dice Un Curso de Milagros: “no puedes reconocer a tu Creador si pierdes de vista a la Creación”. Por lo tanto la mejor forma de llegar a Dios es a través de su Creación, reconociendo en cada persona, en cada hermano, a una parte inseparable de la Filiación.
El mejor tributo, la mejor ofrenda que podemos hacer a Quién nos otorgó el regalo de la vida eterna, es tener una percepción correcta, acertada de su Creación, bendecirla y dar testimonio de nuestra unicidad.
Por esta razón, el máximo regalo que podemos hacer a nuestros semejantes, y a nosotros mismos, es reconocerles y reconocernos como quiénes somos en realidad, parte del Todo al que pertenecemos.
19.- Los milagros hacen que las mentes sean una en Dios. Se basan en la cooperación porque la Filiación es la suma de todo lo que Dios creó. Los milagros reflejan, por lo tanto, las leyes de le eternidad, no las del tiempo.
El milagro, el cambio de percepción acerca de Quiénes somos, realizado por el Espíritu Santo, propicia un cambio de percepción en nosotros y nos invita amorosamente a cambiar de percepción acerca de “aquel” que tenemos frente. Al verle como parte nuestra, sanamos su percepción errónea, sanando la nuestra.
Como efecto de esta corrección, se produce un verdadero colapso en el tiempo, ya que sanamos el pasado y proyectamos un futuro libre completamente de culpabilidad.
El milagro refleja la ley de la eternidad, no es la eternidad, pues el milagro opera en el mundo del tiempo, no de lo eterno. El milagro es necesario aquí en el mundo de tiempo y espacio. En el cielo no se necesita.
20.- Los milagros despiertan nuevamente la consciencia de que el espíritu, no el cuerpo, es el altar de la verdad. Este reconocimiento es lo que confiere al milagro su poder curativo.
Este principio nos recuerda el verdadero poder que se encuentra en la mente, en el espíritu, no en el cuerpo, en lo físico. El cuerpo sólo obedece a la mente que le envía a buscar testimonio de la voz que ha decidido escuchar. El milagro tiene poder curativo ya que trabaja con la mente superior o espíritu, no con la mente inferior, el cuerpo.
21.- Los milagros son expresiones naturales de perdón. Por medio del milagro aceptas el perdón de Dios al extendérselo a otros.
Volvemos a la ley de Causa y Efecto, y a su esencia: dar y recibir es en verdad lo mismo.
Dios no perdona, pues nunca juzga. Lo que se acepta es el Amor de Dios al verlo en cada hermano, al ver la perfección en cada persona con quién entramos en contacto. Este es el concepto de impecabilidad en la visión, con el que tengo que ver a mi hermano. Sólo ver en él la marca universal de Dios. Nada más puede considerarse visión. Nada más es válido si realmente deseo ver la verdad.
Los milagros son expresiones naturales de perdón, la manifestación más elevada del amor en este mundo. A través del amor del perdón, un amor auténtico, cambiamos la percepción acerca de nosotros corrigiendo el único error que jamás cometimos, el pensar que estamos separados de nuestra Fuente.
22.- Los milagros se asocian con el miedo debido únicamente a la creencia de que la oscuridad tiene la capacidad de ocultar. Crees que lo que no puedes ver con los ojos del cuerpo no existe. Esta creencia te lleva a negar la visión espiritual.
Creemos que el no ver la imagen pecaminosa que consciente o inconscientemente hemos forjado de nosotros, ésta permanecerá oculta. Lo cierto es que, al proyectarla en otros, la atacamos perpetuándola y reforzándola de esta manera en nosotros. Por lo tanto la oscuridad o falta de visión correcta, nada puede ocultar en verdad, sólo disimular o distraer la visión.
No ver un problema con los ojos del cuerpo, trasladándolo al exterior y proyectándolo sobre otros, no logra, que dicho problema desaparezca. Por otra parte si decidimos ver con los ojos del cuerpo, y darle realidad a lo que estos muestran, estaremos restando todo el valor y veracidad que la visión espiritual nos ofrece.
23.- Los milagros reorganizan la percepción y colocan todos los niveles en su debida perspectiva. Esto cura ya que toda enfermedad es el resultado de una confusión de niveles.
Los milagros corrigen la percepción acerca de nosotros, de quiénes somos, de nuestro linaje, de nuestra herencia, corrigiendo a su vez la percepción que tenemos sobre todo lo demás. Al corregir, revalorizamos todo, basados en una visión diametralmente opuesta a la distorsión que traíamos.
La curación se produce como efecto de ver todo bajo un nuevo lente. Ponemos en orden la relación mente-cuerpo jerarquizando nuevamente la importancia de la mente sobre el cuerpo, y viendo el cuerpo como lo que es, un instrumento de comunicación al servicio de la mente que lo dirige.
24.- Los milagros te capacitan para curar a los enfermos y resucitar a los muertos porque tanto la enfermedad como la muerte son invenciones tuyas, y, por lo tanto, las puedes abolir. Tu mismo eres un milagro, capaz de crear a semejanza de tu Creador. Todo lo demás no es más que tu propia pesadilla y no existe. Solo las creaciones de luz son reales.
Como resultado de corregir la percepción acerca de quiénes somos, pasamos de un estado de culpabilidad a uno de inocencia, a través de la aplicación del perdón, a todo aquello que lejos de juzgar decidimos aceptar y bendecir.
Esto como efecto permite una nueva visión, sobre todos los temas, entre ellos la enfermedad y la muerte.
Ambos conceptos, al corregir nuestra percepción desaparecen, otorgándoles el verdadero rango de ilusiones. Pues “nada real puede ser amenazado”.
25.- Los milagros son parte de una cadena eslabonada de perdón, que una vez completa, es la Expiación. La Expiación opera todo el tiempo y en todas las dimensiones del tiempo.
La Expiación como el Curso de Milagros lo señala, la única responsabilidad que debemos aceptar para nosotros mismos, constituye el des-hacer el error de percibirnos separados. Su herramienta básica para des-hacer dicho error es el perdón, y su campo de acción, las relaciones personales.
A través del perdón, corregimos la percepción de estar separados del Padre, lo que acarrea la gran culpabilidad que sentimos, pasando a un estado natural de inocencia del cual nunca realmente nos hemos apartado.
Al perdonar nuestro único error en el ahora, perdonando en el momento presente a todos y todo cuanto parece acontecer, dicho perdón, “cierra” puertas abiertas de sucesos pasados, en ese mismo orden de pensamiento, y nos proyecta a un futuro donde estos temas ya solucionados y perdonados, no vuelven a aparecer como asignaturas pendientes a resolver.
De esta manera el milagro “colapsa” el tiempo, operando en todas sus dimensiones. La Expiación opera todo el tiempo, ya que es aplicable a todo cuanto nos ocurre sin excepción.
26.- Los milagros representan tu liberación del miedo. “Expiar” significa “des-hacer”. Deshacer el miedo es un aspecto esencial del poder expiatorio de los milagros.
El milagro es una corrección, corrección de percepción que nos acerca al amor, des-haciendo el miedo.
Des-hacer también puede interpretarse como “no –hacer”, es decir, una vez que entregamos una situación que no estamos percibiendo correctamente, que altera nuestro estado de paz mental, al Espíritu Santo, si le dejamos actuar sin intromisiones, Él con todo el poder de Dios, des-hace el error de manera magistral, sin descuidar ningún detalle.
27.- Un milagro es una bendición universal de Dios a todos mis hermanos por mediación mía. Perdonar es el privilegio de los perdonados.
Jesús nuestro modelo a seguir como el primero de todos nosotros que completó el proceso de Expiación, es la mente Crística, la manifestación del Espíritu Santo, el Nexo, el Intermediario entre Dios y cada uno de nosotros, es quién verdaderamente propicia el milagro, no nosotros.
Nuestro papel es simplemente, despejar el camino de obstáculos para que Él lleve a cabo su ejecución, y esto lo hacemos a través de perdonar todos aquellos eventos y personas que convocamos a nuestra experiencia. De esta forma quitamos cualquier obstáculo para el trabajo de Jesús.
28.- Los milagros son un modo de liberarse del miedo. La revelación produce un estado en el que el miedo ya ha sido abolido. Los milagros son, por lo tanto, un medio, y la revelación, un fin.
Revelación y milagro son experiencias diferentes.
Durante la revelación no existe el miedo en absoluto, la manifestación de Dios en nosotros es total. Es una experiencia de plenitud absoluta, una experiencia que no es duradera, por el contrario es pasajera, fugaz. De no ser así, no estaríamos más en este plano.
Por el contrario el milagro es una experiencia propia de “esta etapa” de sueño.
El milagro es una experiencia propia de este estado de consciencia, donde aún debemos usar el tiempo, soltar, entregar al Espíritu Santo todo aquello que nos perturba la paz, para trascender el miedo.
29.- Los milagros alaban a Dios a través de ti. Lo alaban al honrar a Sus creaciones, afirmando así la perfección de las mismas. Curan porque niegan la identificación con el cuerpo y afirman la identificación con el espíritu.
El milagro es la corrección de la percepción acerca de quiénes somos. Se logra al ver únicamente al Espíritu Santo en cada hermano, al ver perfección en cada uno de nosotros y no debilidad ni vulnerabilidad. Ésta por otra parte es la verdadera empatía.
De esta manera lo reforzamos tanto en él como en nosotros. Así se produce el milagro, la corrección de percepción en ambos, en nosotros y en el hermano que tenemos frente, en la experiencia. Así, a través del milagro nos vemos como lo que verdaderamente somos, espíritu invulnerable, fuerte, ilimitado, una expresión de la divinidad, espíritu teniendo una experiencia en lo corporal, y no un cuerpo en una experiencia espiritual.
30.- Dado que los milagros reconocen el espíritu, ajustan los niveles de percepción y los muestran en su debido lugar. Esto sitúa al espíritu en el centro, desde donde puede comunicarse directamente.
El milagro nos muestra el preciso nivel donde se encuentra “el problema”, en un error de pensamiento, en la mente y no en el cuerpo.
Nos muestra que el problema es nuestra idea de culpabilidad, más allá de la forma que adopta. Nos permite ver que todo aparente problema, no es más que un error de pensamiento. Esto es lo que genera la sensación de ausencia de amor en nosotros, un amor que creemos perdido. Allí, a donde debe acudir el amor del Espíritu Santo en nuestra ayuda para rectificar la forma errónea en que nos percibimos. En ese Amor verdadero está nuestra esencia. Ahí el espíritu ocupa el papel central.
31.- Los milagros deben inspirar gratitud, no reverencia. Debes dar gracias a Dios por lo que realmente eres. Los Hijos de Dios son santos y los milagros honran su santidad que ellos pueden ocultar, mas nunca perder.
Debemos sentirnos agradecidos por la magnificencia del milagro, este maravilloso y majestuoso regalo de parte de nuestro Padre hacia nosotros, Sus Hijos. Sólo un amor ilimitado, profundo e incondicional, una expresión de Amor verdadero y auténtico puede traernos este regalo. Con el Padre, es con el único que hemos de tener reverencia o gratitud, pues es el verdadero artífice de un estado de consciencia latente en todos nosotros, estado que ante un “mínimo de buena voluntad” aflora para guiarnos de regreso al hogar.
32.- Yo inspiro todos los milagros, que en realidad son intersecciones. Interceden a favor de tu santidad y santifican tus percepciones. Al ubicarte más allá de las leyes físicas te elevan a la esfera del orden celestial. En ese orden tú eres perfecto.
Jesús es la fuente de todos los milagros. Al optar por el milagro que es escuchar la voz de Dios, de Jesús, del Espíritu Santo, en lugar de la del Ego, estamos propiciando su intervención. Al invocar su intervención, pasamos del plano terrenal a actuar en el plano celestial, donde se recuerda nuestra perfección y se corrige la percepción sobre cualquier error que suponemos haber cometido.
Esta intervención es la convocatoria a nuestro “interprete”, quién juega su papel utilizando todo lo de este mundo y lo re-interpreta, lo re-codifica en nombre de Dios y de su reino, a favor de nuestra paz.
33.- Los milagros te honran porque eres digno de ser amado. Desvanecen las ilusiones que albergas a cerca de ti mismo y perciben la luz en ti. De esta forma, al liberarte de tus pensadillas, expían tus errores. Al liberar a tu mente de la prisión de tus ilusiones te restauran la cordura.
Nuevamente, como ya mencionamos, el milagro corrige la percepción acerca de quiénes somos. De esta manera se corrigen todos los errores que creemos haber cometido, y desaparecen las ilusiones que son los efectos de dichos errores.
34.- Los milagros le devuelven a la mente su llenura. Al expiar su sensación de carencia establecen perfecta protección. La fortaleza del espíritu no da cabida a intromisiones.
Al corregir la percepción en vuestra mente, re-aparece algo que siempre ha estado allí, que es parte de nuestro estado natural del Ser, la plenitud, la sensación de abundancia.
Sólo habíamos colocado una cortina frente a nuestra sensación de plenitud, pero jamás desapareció.
35.- Los milagros son expresiones de amor pero puede que no siempre tengan efectos observables.
Los milagros siempre ocurren, aunque en el plano material no siempre veamos sus efectos. Esto nos hace pensar, de guiarnos por los ojos del cuerpo, que nada está pasando. No obstante, el milagro está ocurriendo en el verdadero plano donde debe ocurrir, en la mente. La corrección se da en la mente no el plano físico donde intentar corregir algo, es simplemente creer en la magia y dejar todo igual.
36.- Los milagros son ejemplos de recto pensar que armonizan tus percepciones con la verdad tal como Dios la creó.
Recto pensar o mentalidad recta alude a pensar a través del Espíritu Santo, nuestro Maestro Interno, la Voz que habla por Dios dentro de nosotros desde la eternidad.
La Verdad tal como Dios la creó, es que todos somos Uno. Somos el mismo Hijo de Dios manifestado en muchos cuerpos, unidos por una Única mente.
37.- Un milagro es una corrección que yo introduzco en el pensamiento falso. Actúa como catalizador, disolviendo la percepción errónea y reorganizándola debidamente. Esto te coloca bajo el principio de la Expiación, donde la percepción sana. Hasta que esto no ocurra no podrás conocer el Orden Divino.
Nuevamente, este principio nos habla de la intervención de Cristo, del Espíritu Santo en la corrección de la percepción acerca de quiénes somos. Al des-hacer, de la mano del Espíritu Santo, y con el perdón genuino y verdadero como eje central, todo los errores que creemos haber cometido, están siendo expiados, caminando hacia una percepción correcta.
38.- El Espíritu Santo es el mecanismo de los milagros. El reconoce las creaciones de Dios así como tus ilusiones. Separa lo verdadero de lo falso mediante Su capacidad para percibir totalmente en vez de selectivamente.
El Espíritu Santo si se lo permitimos, sin interponer obstáculos (expectativas, deseos personales de que las cosas sean a nuestra manera, sueños, ap-egos a la forma, a los tiempos), re-interpreta absolutamente todo lo que hemos hecho en este mundo, todas nuestras relaciones y las evalúa en nombre de la Verdad de Dios, mostrándonos amorosamente, qué es verdad y qué es ilusión. Así una vez iniciado el camino de los milagros vemos “encajar” cada cosa en su lugar y en ocasiones, vemos desaparecer todo tipo de rituales, hábitos, costumbres y creencias. El sólo hecho de que desaparezcan, nos da la pauta de la irrealidad de éstos. “Nada real puede ser amenazado”.
El Espíritu Santo trabaja en este mundo de pasado, presente y futuro desde la Eternidad. Al guiarnos, evalúa cada situación, cada relación, cada cosa que hemos fabricado, sabiendo con exactitud cuál de todas ellas “juega a favor” de nuestra paz, cuál da testimonio de nuestra verdadera Identidad y cuál no. A estas últimas, simplemente las des-hace amorosamente.
39.- El milagro elimina el error porque el Espíritu Santo lo identifica como falso o irreal. Esto es lo mismo que decir que al percibirse la luz la oscuridad desaparece automáticamente.
Expiar, corregir, eliminar, des-hacer son todos sinónimos de lo que hace el Espíritu Santo. No hay diferentes errores, todos son parte del único error que nunca cometimos, pero que creemos real, el error de percibirnos separados de Dios.
40.- El milagro reconoce que todo el mundo es tu hermano así como mi hermano también. Es una manera de percibir la marca universal de Dios.
El milagro nos recuerda que todos somos Uno, el Unigénito Hijo de Dios. Cada uno de nosotros unidos como parte de la Filiación, a través de una misma Mente, y Cristo unido a nosotros como uno más en esa mente que compartimos.
El milagro corrige la percepción de la separación. Nos recuerda la unicidad. Nos habla de comunión de mente, de pensamiento compartido. Esa es la marca universal de Dios.
41.- El contenido perceptual de los milagros es la plenitud. De ahí que puedan corregir o redimir la errada percepción de carencia.
El milagro al corregir la percepción de separación, nos recuerda que somos parte de un todo íntegro, de una unidad que jamás se dividió a pesar de que los ojos del cuerpo muestren otra cosa. Al percibirnos separados de Dios, la idea de carencia se adentra en la mente, ya que la carencia es la idea que engendró al ego y al mundo de las formas. Separados de Dios, nos sentimos carentes, lejos de casa, lejos del amor, nos percibimos en el miedo. Lejos del hogar todo nos indica que las cosas dependen sólo de nosotros.
Todo en este mundo de ilusiones, nos habla de que “algo nos falta”. Esta idea de carencia el mundo la trata de suplir en el plano material, siguiendo una premisa del ego de “busca pero no halles”, pero realmente se encuentra en el plano de la mente. Allí trabaja el milagro corrigiendo donde verdaderamente está el problema, llevándonos amorosamente al estado de plenitud.
42.- Uno de los mayores beneficios que se deriva de los milagros es su poder para liberarte de tu falso sentido de aislamiento, privación y carencia.
La idea de separación, nos hace percibirnos divididos, aislados y carentes.
Esta carencia la proyectamos en los demás, y creemos que son los responsables de todo lo que nos acontece, de todo lo que carecemos, de todo lo que nos falta.
El milagro nos permite percibir correctamente, y ver que somos los únicos responsables a través de nuestros pensamientos, de todo cuanto nos acontece, y por lo tanto, que nadie nos priva de nada ni nos ha tratado injustamente.
43.- Los milagros surgen de un estado mental milagroso, o de un estado de estar listo para ellos.
Estar listo para el milagro, es desear por encima de todo el Reino de los Cielos, desear ser feliz por sobre todas las cosas. Es una decisión. Es haber entregado al Espíritu Santo todo aquello que nos perturba, que nos mueve nuestra paz interior, nuestras situaciones conflictivas, sin excepción, con absoluta confianza, sin guardarnos nada para resolverlo nosotros (en secreto) por nuestra cuenta. Es entregar, soltar, toda angustia, toda aflicción con la profunda convicción de que el poder de Dios está detrás de ello para corregir absolutamente cualquier pensamiento erróneo de miedo.
Este estado de confianza plena, sinónimo de amor absoluto y auténtico, que el mundo ve como aparente “despreocupación” o “dejadez”, es el ámbito donde se produce el milagro.
44.- Los milagros son expresiones de una conciencia interna de Cristo y de haber aceptado Su Expiación.
Conciencia de Cristo, nos habla de un Cristo que somos todos. Una mente Crística que todos compartimos. La parte de nuestra mente unida desde la Creación a la Divinidad, a la Fuente.
Generalmente asociamos a Cristo con Jesús. Jesús el hombre, era parte del Cristo, de la Mente del Hijo de Dios que formamos todos quienes integramos la Filiación.
El Cristo en nosotros, es esa parte de la Mente Divina que nos une, que permanece intacta en nosotros, donde el Cristo, el Espíritu Santo lleva a cabo su misión de conducirnos de regreso a casa. Él es, quien realiza el milagro.
45.- Un milagro nunca se pierde. Puede afectar a mucha gente que ni siquiera conoces y producir cambios inimaginables en situaciones de las que ni siquiera eres consciente.
El milagro tiene un alcance insospechado. Al producirse en la mente, al no “verlo” con los ojos del cuerpo, no percibimos en ocasiones su verdadero alcance. El milagro es un cambio que nosotros con ese “mínimo de buena voluntad”, entregándolo todo, y colaborando en no interponer obstáculos, para que Cristo haga el trabajo de llevarnos de vuelta a casa, producimos un cambio enorme, maravilloso en la mente UNO, en la mente que nos mantiene unidos desde la eternidad como Hijo de Dios a todos y a todo. Los efectos de esa corrección en nuestro pensamiento, en ocasiones, no los podemos observar, pero es un hecho que se dieron, que a alguna parte de la Filiación ayudaron a sanar.
Al producirse en el plano de la mente, y al ser el Hijo de Dios de una misma mente, estamos llegando a rincones infinitos. Cada vez que realizamos un cambio en nuestra percepción, de alguna manera estamos moviendo la percepción universal hacia un mayor despertar.
46.- El Espíritu Santo es el medio de comunicación más elevado. Los milagros no entrañan ese tipo de comunicación debido a que son medios temporales de comunicación. Cuando retornes a la forma original de comunicación con Dios, por revelación directa, los milagros dejarán de ser necesarios.
El trabajo del Espíritu Santo como “mediador” entre Dios y su hijo, cesará cuando hayamos culminado el proceso de Expiación. Allí retomaremos a la comunicación directa con Dios, sin la necesidad de intervención del Espíritu Santo como nexo.
El milagro nos ayuda a corregir la percepción en el camino hacia Dios, ese es su alcance, su propósito. El milagro sólo tiene sentido en este mundo, donde la idea ilusoria de separación, aun existe.
47.- El milagro es un recurso de aprendizaje que reduce la necesidad de tiempo. Establece un intervalo temporal fuera de lo normal que no está sujeto a las leyes usuales del tiempo. En ese sentido es intemporal.
El milagro la corrección de la percepción nos permite “ahorrar” una cantidad insospechada de tiempo a través de su manifestación.
Al entregar, soltar, toda y cada situación vivida que nos angustia, propiciamos el des-hacimiento de la culpa, una culpa pesada que al cargarla a través del tiempo, demora, deteriora, corroe y hace lento nuestro tránsito de regreso a casa.
El perdón, el des-hacimiento del error de separación, colapsa el tiempo, lo acelera y desacelera e introduce en el tiempo intervalos que la mente racional, lógica, no alcanza a comprender. Este es el efecto que el Espíritu Santo logra en tiempo a través del milagro.
48.- El milagro es el único recurso que tienes a tu inmediata disposición para controlar el tiempo. Sólo la revelación lo trasciende al no tener absolutamente nada que ver con el tiempo.
La revelación, nos conecta directamente con Dios, a diferencia del milagro que se da a través del Espíritu Santo como intermediario.
La experiencia de la revelación, es una experiencia en la que sentimos la presencia de Dios directamente, es breve, efímera, fugaz, y es un acto recordatorio donde por un instante todo se paraliza, todo se transforma, todo brilla, todo reluce. La experiencia de la revelación es contundente, hace desaparecer el tiempo.
El milagro es un acto de corrección, de rectificación, de percepción, este es el verdadero objetivo del Curso de Milagros, no la revelación. Si bien con Dios todo puede acontecer.
49.- El milagro no distingue entre diferentes grados de percepción errónea. Es un recurso para sanar la percepción que es eficaz independientemente del grado o dirección del error.
En eso radica su verdadera imparcialidad. El milagro corrige todo error sin poner énfasis o detenerse en grados, niveles, tipos o clases de ilusión.
Un error de percepción es un error, sin importar del tipo que sea. El único que ve niveles y grados es el ego. El milagro corrige toda ilusión por igual, sin distinguir grado alguno.
Detenerse a evaluar grados en los errores, la dinámica del ego, hace que caigamos en la trampa de pensar que en el mundo hay algunas cosas que son mejores que otras, algunos errores peores que otros, y algunos que merecen perdón y otros castigo. Esto es dar realidad al error, cosa que el milagro no hace.
El milagro des-hace toda ilusión por igual al acercar luz a la oscuridad, sin dar realidad a nada que no lo tenga. Evalúa todo a través del Espíritu Santo bajo la óptica de lo que es verdad, según el plan de Dios y de Su Reino.
Nada que no sea verdad es conservado en el milagro. Toda ilusión es des-hecha imparcialmente.
50.- El milagro compara lo que tú has hecho con la creación, aceptando como cierto lo que concuerda con ella, y rechazando como falso lo que no.
Nada que no sea verdad es conservado en el milagro, como mencionamos en el principio anterior. Todo lo que hacemos para unirnos a nuestros hermanos tiene que ver con la Creación. Todo lo que hacemos para separarnos aun más, tiene que ver con el mundo de la ilusión. El milagro sólo conserva, aquello que tiene que ver con nuestra esencia, con la verdad. La maestría del Espíritu Santo si se lo permitimos sin interponer obstáculos, con “cosas” que queramos conservar “para nosotros”, evalúa y conserva aquello que sirve en nuestra vida a Dios, y a Su plan, lo otro lo ilumina y muestra que nunca existió.